viernes, 2 de octubre de 2009

vampiros. casos reales



Resulta difícil determinar cuántas jóvenes fueron asesinadas a principios de la década de 1600 por la condesa polaca Elizabeth Bathory, pero se cree que el número debe estar entre 300 y 650. El motivo de los asesinatos era el deseo de perpetuar su propia belleza: creía que bañándose en la sangre caliente de las muchachas (a ser posible vírgenes) mantendría su juventud. Los métodos que utilizaba para asesinar eran desagradables. Ella y los criados que habían obedecido sus órdenes fueron juzgados en 1611: debido a las costumbres de hacer justicia de nuestros antepasados, los criados murieron en la hoguera, mientras que la condesa fue encarcelada de por vida en su castillo.

Un caso semejante ocurrió casi 200 años antes, cuando el aristócrata francés Gilles de Rais, que había combatido heróicamente contra los ingleses junto a Juana de Arco, fue declarado responsable de la violación y asesinato de más de 150 niños. Ayudado por sus criados abría los abdómenes de los niños para ver sus órganos sexuales mientras aún vivían; a menudo se sentaba, excitado sexualmente, sobre sus estómagos mientras los niños padecian los últimos instantes de su agonía. Rais fue condenado a muerte.

Ambos aristócratas eran vampiros por cuanto que se deleitaban con la sangre; incluso puede decirse que la necesitaban. El sistema político de la época les permitió perpetrar sus crímenes durante mucho tiempo, a pesar de los rumores que circulaban entre el pueblo. Hoy en día, también existe el vampirismo. Es de dominio público que Idi Amin, dictador de Uganda hasta 1979, comía los órganos internos de algunos de sus oponentes políticos asesinados, y existen noticias semejantes sobre el haitiano François Duvalier, conocido como "Papa Doc".
Drácula, personaje creado en 1897 por Bram Stoker para la célebre novela del mismo nombre, es el vampiro por excelencia de la pantalla. Su gran éxito se explica posiblemente porque Stoker, consciente o inconscientemente, logró captar la corriente de erotismo asociada con el vampirismo. El elemento sexual está presente en los dos casos mencionados: la Condesa Bathory, aunque casada, era una lesbiana que obtenía placer erótico al bañarse en la sangre de sus víctimas. Gilles de Rais, homosexual desequilibrado, prefería que sus víctimas fueran de sexo masculino, aunque si era necesario se conformaba con chicas.



El prototipo del Drácula de Stoker fue el príncipe valaco del siglo XV, Vlad IV, conocido como Vlad el Empalador, Vlad Tepes, etc. que fue un héroe de la resistencia cristiana contra los turcos. Curiosamente, incluso en la actualidad, se le considera un héroe debido a sus campañas militares; sin embargo, su apodo procede de su hábito de empalar a los prisioneros de guerra en estacas puntiagudas, lo que le proporcionaba gran placer al verles retorcerse agonizantes. Es imposible determinar si se trataba de un psicópata o de un verdadero vampiro.
El vampirismo, desde nuestro actual punto de vista, es una condición psicológica que resulta difícil de explicar. Para la mayoría, el pensar en beber sangre humana caliente—o incluso sangre animal—le produce náuseas. Asociar tal actividad con sensaciones eróticas resulta asimismo difícil. No obstante, hay gente que encuentra esta práctica sexualmente excitante y "necesita" dicha experiencia.
Los vampiros de las fábulas no son asesinos trastornados mentalmente, sino seres sobrenaturales. Son "muertos vivientes" que deben dormir durante el día y que sólo se arriesgan a salir por la noche. Pueden cambiar su figura, transformándose de hombres en murciélagos. Convierten a otras personas en vamprio chupándoles de la sangre de la vena yugular.

Esta imagen del vampiro se encuentra a lo largo de épocas y culturas diferentes, lo que ha llevado a algunas personas a sugerir que dichas criaturas existen en la realidad. En esta caracterización se observan dichos elementos fundamentales de las leyendas populares. Por ejemplo, la habilidad de la gente, de los espíritus u otras entidades para cambiar su figura por capricho, es algo común a mucha culturas primitivas; la figura del fantasma del autoestopista se encuentra incluso en el folclore de la sociedad occidental. Asimismo, el concepto de "muerto viviente" se localiza en muchas partes del mundo —piénsese en los zombis del Caribe— , y los relatos de gente o espíritus que chupan la sangre se remontan hasta la antigua Grecia.

Estas características pueden colocarse en la categoría de "temores elementales"; es decir, el solo hecho de pensar en ellas estremece al ser humano, independientemente de su educación. Quizás resulte extraño que no se haya atribuido a los vampiros el temor elemental más frecuente: la posesión de pies invertidos, rasgo que aparecen en muchas leyendas populares.

Entre 1910 y 1934, el maníaco sadomasoquista estadounidense Albert Fish mató, violó y comió parcialmente un número indeterminado de niños; solamente pudo ser detenido cuando escribió, para recrearse, una carta dirigida a la madre de una de sus víctimas. Confesó haber matado a unos 400 niños, aunque estaba tan loco cuando le detuvieron que resulta imposible otorgar validez a sus afirmaciones. Por esa misma época el llamado "Monstruo de Düsseldorf", Peter Kürten, asesinó y violó a nueve niños: les cortó la garganta y se bebió su sangre. En la cárcel, mientras esperaba el juicio, también escribió a los padres de algunas de sus víctimas. Dijo que beber sangre le era tan necesario como el alcohol y los cigarrillos para otras personas. A principios de la década de 1980, el asesino londinense Dennis Nilsen mató a 16 jóvenes a quienes conocía de bares para homosexuales. Diseccionaba el cuerpo, lo cocinaba, y a menudo comía parte del mismo. Todos los periodistas que conocieron a Nilsen, funcionario jubilado, afirman que era un hombre muy amable —lo mismo se dijo de Fish y de Kürten.
Existen una relación entre vampirismo y sexo, y resulta difícil evitar el pensar que se debe a que mucha gente —generalmente hombres— considera el acto sexual como expresión de dominio. El vampirismo, que implica la muerte y la previa o posterior humillación sexual de la víctima es, desde este punto de vista, la última subyugación de otro ser humano.

Otro aspecto que debe tenerse en cuenta es la cobardía que caracteriza los actos cometidos por los vampiros. La mayoría de los crímenes a los que nos hemos referido fueron cometidos contra personas indefensas. La condesa Bathory y Gilles de Rais tenían ejércitos de criados para asegurarse de que sus víctimas no tuviesen posibilidad de escapar —y en cualquier caso, creían que su posición en la sociedad les protegería de ser perseguidos. Fish y Kürten se aprovecharon de niños. Nilsen, aunque eligió a personas adultas, primero les hacía beber alcohol hasta cerciorarse de que tenían pocas posibilidades de resistir a su violento ataque. (Quienes lograron defenderse no pusieron el hecho en conocimiento de la policía por temor a ser castigados, dada su condición de homosexuales).

¿Son los vampiros, como se ha sugerido con frecuencia, personas poseídas por espíritus malignos? Dicha explicación es superficial, e implica traspasar las causas a la esfera de lo sobrenatural. El vampirismo es una condición psicológica poco conocida, resultado de fuerzas genéticas o sociales de las que aún se sabe menos. En general, puede decirse que los vampiros han sufrido una infancia superprotegida, o demasiado estricta. Sin embargo, esta explicación no es suficiente.

El temor al vampiro tradicional pervive en la actualidad. En 1973, un exiliado polaco, Demetrius Myiciura, fue encontrado muerto en su piso de Stoke-on-Trent, Inglaterra. Había muerto ahogado debido a un diente de ajo que se había metido en la boca antes de dormirse; en una ventana había un cuenco de orina mezclada con ajo, así como sal esparcida por su cama. Obviamente, Myiciura temía el ataque nocturno de un vampiro. Su muerte fue consecuencia de su miedo. Gran número de niños y muchachas han perdido la vida a manos de auténticos vampiros

No hay comentarios: