Gusanos, moscas u hormigas en la escena de un crimen ayudan mucho más de lo que se puede pensar a la entomología forense: insectos en un cadáver o cerca de él pueden revelar no sólo la hora de una muerte sino también si el cuerpo se ha movido o si la víctima ha tomado drogas.
En 1935, se encontraron dos cuerpos desmembrados en Escocia. Los científicos forenses fueron capaces de identificar las partes correspondientes a la esposa y la sirvienta de un médico inglés gracias a los gusanos que fueron usados como localizadores, que jugaron un papel crucial en la investigación.
En 1997, por su parte, se encontró el cuerpo de una mujer muerta a las afueras de un pueblo de Alemania. Su marido, un popular cura protestante, fue sospechoso pero no había pruebas sólidas ni evidencias de ADN que le inculpasen hasta que los insectos en la escena del crimen ayudaron a resolver el caso: los gusanos del cadáver echaron abajo su coartada, y hormigas aplastadas en las suelas de sus botas lo situaban sin lugar a duda en la escena del crimen.
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